Investigadores monitorearon la estación Marambio, en la Península Antártica, del 10 de enero al 20 de marzo de 2023, detectando concentraciones de amoníaco de hasta 13.5 partes por mil millones (ppb) cuando el viento provenía de una colonia de 60,000 pingüinos Adelia situada a aproximadamente 8 kilómetros. Esta cantidad supera más de 1,000 veces el nivel natural de la región, que es menor a 10.5 partes por billón (ppt).
El estudio evidenció que el amoníaco emitido por el guano de pingüino interactúa con gases que contienen azufre, favoreciendo la formación de aerosoles, partículas esenciales para la formación de nubes. Cuando el viento trasladaba estas emisiones hacia la estación, la concentración de partículas en las nubes aumentó hasta 30 veces respecto al nivel de fondo. Aproximadamente tres horas después del cambio de dirección del viento, se registró la presencia de niebla en la zona, relacionada con el incremento en el número y tamaño de partículas de aerosol.
Tras la migración de los pingüinos a finales de febrero, las concentraciones de amoníaco en el área permanecieron más de 100 veces por encima del fondo natural debido a las emisiones persistentes de los restos de guano. Esta influencia extendida se atribuye directamente a la descomposición sostenida de los excrementos sobre el terreno.
Los autores también destacan la relación sinérgica con el fitoplancton: el amoníaco del guano aumenta la producción de aerosoles marinos, reforzando la capacidad de la atmósfera antártica para formar nubes reflectantes que bloquean la radiación solar y contribuyen a enfriar la superficie.
El análisis concluye que la reducción de las poblaciones de pingüinos podría potenciar el calentamiento climático local durante el verano austral, al disminuir la formación de nubes asociada a sus emisiones. Además, en un ambiente de baja contaminación antropogénica como la Antártida, el amoníaco de origen biológico se comporta como un elemento clave en la generación de núcleos de condensación de nubes (CCN), esenciales en los mecanismos naturales de formación de nubes.
Estos hallazgos reconocen el papel fundamental que desempeñan los pingüinos y sus interacciones ecológicas en la dinámica atmosférica y el clima de la región, aportando evidencia directa sobre la influencia de organismos vivos en procesos climáticos a escala global.